viernes, 1 de junio de 2012

En torno a la reelección de la jefatura de carrera de Etnohsitoria

Planteamiento del Problema.

En torno a la reelección de Jefe de Carrera de la Licenciatura en Etnohistoria se puede concluir que la reelección se da en un marco de legalidad conforme a los reglamentos que existen en la Escuela Nacional de Antropología e Historia y que el conflicto previo y posterior se deriva de una politización que no se basa en el cumplimiento de la normatividad vigente. Una comunidad democrática no se funda solamente en procedimientos de votación sino en el respeto de una normatividad vigente que da un marco de convivencia, respeto mutuo y certeza a una comunidad.


El problema de la Reelección de Jefes de Carrera.

Desde hace años la redacción del Artículo 30 del Reglamento General Académico de la ENAH (RGENAH) parece contraponerse con el procedimiento del Artículo 22 del Reglamento de las Licenciaturas de la ENAH (RLENAH) ya que el primero mandata un procedimiento de reelección, mientras que el segundo restringe el procedimiento a la decisión de las Academias de las Licenciaturas.

Parece contraponerse, porque mientras en la elección a Jefe de Carrera en un primer momento se configura con una Academia a la que asisten y pueden votar los representantes de los grupos académicos de los alumnos de la carrera; en el proceso de reelección, dichos alumnos no tienen ese derecho.

Esta situación ha dado lugar a más de un conflicto con el sector estudiantil y magisterial, pero es la norma y por lo tanto la reelección de los Jefes de Carrera es una atribución de las Academias en cada una de las Licenciaturas. Mientras no se reforme dicha norma y se funde en un principio de consulta amplia, lo legal es la decisión interna de la Academia, la que por principio de legalidad se debe respetar a pesar de que se pueda pensar en una Reforma a futuro.


La politización en Etnohistoria.

La inconformidad de un sector de la comunidad estudiantil de etnohistoria comenzó desde el inicio de la propia decisión de la Academia. Ya en alguna ocasión debatí con algunos miembros de dicha comunidad lo que expuse en el punto de el problema de la reelección de jefes de carrera e intenté canalizar de manera positiva sus esfuerzos a la reforma del artículo 22 considerando siempre que es una prerrogativa de los miembros de las Academias conformada por los profesores de Tiempo Completo y que por lo tanto habría que pensar como reformar el reglamento compensando ese derecho que se ha ejercido por cerca de 19 años.

Yo encontré en este encuentro con algunos consejeros técnicos y miembros de la comunidad opiniones críticas fundadas y también un sector que reflejaba un encono personal contra la jefa de carrera. Un encono que no puedo compartir porque de la misma manera en que hoy conozco a algunos de los actores del sector estudiantil, conozco a Lilia Isabel López desde que fue mi alumna en la carrera de Historia. De la misma forma en que no puedo descalificar personalmente a actores del movimiento estudiantil inconforme en etnohistoria y trato de entender sus demandas, me parece injusta y poco fundada la elaboración de calificativos personales, juicios categóricos en contra de Lilia. Yo soy una persona profundamente sensible y contraria al acoso laboral, no puedo admitir ni admitiré el linchamiento moral de persona alguna ni las denostaciones públicas que en mi perspectiva son injustas. No hablamos de personas que nos son desconocidas, sino de miembros de la comunidad académica que merecemos respeto y un trato humano. No es dañando personal y moralmente a las personas como puede proceder una comunidad universitaria, académica y democrática.

Tampoco puedo estar de acuerdo en violentar las normas y apostar a la presión política para cambiar algo que se debe cambiar en un proceso de Reforma. Parte de la politización y el escalamiento del conflicto consistió en violentar la soberanía que el reglamento le confiere a la Academia para su toma de decisión y luego las presiones políticas que se han hecho sobre el Director para que omita su decisión. Debemos partir del hecho, de que en este momento la Academia tiene la razón reglamentaria y su derecho, su decisión es soberana y que el Director de la ENAH sólo atiende lo que reglamentariamente esta fundado y motivado.

El Consejo Técnico no es un órgano que tenga atribuciones para corregir esta decisión hoy que le confiere el reglamento a la Academia, puede realizar una Reforma para que en el futuro la atribución de la Academia tenga un mecanismo más consensado. Hoy ni la Academia, ni el Director de la ENAH, ni Lilia López son responsables de un diseño reglamentario con estos problemas. Tampoco los estudiantes tienen hoy facultad de reelegir o impedir la reelección de un jefe de carrera mediante el procedimiento del artículo 22 del RLENAH. Para una comunidad democrática, respetuosa de las normas, lo que debemos hacer es canalizar nuestros esfuerzos en perfeccionar los reglamentos y las normas para dar cauce a la representación estudiantil. Lo que es inaceptable es que mediante la presión y la politización, se apueste a la ingobernabilidad de la ENAH, en momentos en que debemos estar muy unidos frente al contexto nacional y la movilización estudiantil que estamos presenciando, yo apostaría por dar la vuelta a la hoja y seguir adelante.